23.02.2025

Lo de ayer fue un día para el recuerdo. La primera presentación de La Senda del Cobarde fue todo un éxito.

Tras buscar y llamar a muchas puertas, el centro cívico de Sant Andreu se ofreció a cederme un aula para poder llevar a cabo el evento. Desde esa conversación, hecha hace un par o tres de semanas, los días han sido frenéticos: planear el evento, montar un tráiler del libro para poder proyectarlo al inicio del mismo, encontrar una moderadora que me ayudara a llevar a cabo la presentación, promocionarme para captar público dispuesto a pasar un par de horas de su vida escuchándome hablar de mis mundos imaginarios y mis personajes, practicar y, por fin, llega el día señalado. Me levanté con nervios, pero sabiendo que iría genial, y así fue.

A principios de semana me dediqué a pedir la confirmación de asistencia a toda aquella gente que en un principio había mostrado interés para venir y por desgracia hubo algunos que por diversos motivos no les era posible asistir. La verdad es que me sentí desanimado y, siendo sinceros, algo traicionado, pero al final del día todos somos adultos con vidas muy ocupadas y no siempre podemos cumplir con lo que prometemos. Así que acepté el palo y me planteé qué iba a pasar ahora, cuando hacía apenas un día tenía a una treintena de asistentes y ahora la lista se iba haciendo cada vez más escueta. La sorpresa que me llevé ayer fue mayúscula, pues llenamos la sala con una cuarentena de personas: muchos de ellos no los conocía personalmente, otros como mis compañeras de posgrado, con las que comparto clase hace apenas unos pocos meses, también hicieron acto de aparición, y este apoyo me abrumó en el buen sentido.

La presentación en sí fue como la seda. Elsa, buena amiga mía y moderadora del evento, llevó el hilo conductor de la conversación con maestría, haciendo gala de su talento a la hora de dinamizar eventos de manera amena, divertida y con mucho ritmo. Los nervios se esfumaron tan buen punto nos sentamos ambos en la mesa, con esos cuarenta rostros atentos y entregados a todo aquello que íbamos a compartir con ellos. Los aproximadamente cincuenta minutos que duró la presentación se pasaron volando.

Después llegó el momento de la firma de libros con sus respectivas dedicatorias, y me sentí muy acogido y querido por todos aquellos que se acercaron a saludar, darme palabras de ánimo o incluso a compartir lo mucho que estaban disfrutando con la lectura de la novela. La verdad es que fue un momento muy catártico, de esos instantes de felicidad que atesoras para el resto de tu vida.

Tras las firmas tocó el momento de recoger la sala y reencontrarme con viejos y nuevos amigos. Algunos de ellos habían estudiado conmigo hace unos años e hicieron un viaje de más de tres horas para poder darme su apoyo. De verdad que, con amigos así, yo me siento una de las personas más afortunadas del mundo. El resto del día lo pasé con ellos, riendo y recordando vivencias compartidas, haciendo el tonto y disfrutando de la compañía mutua. Espero con ganas nuestro reencuentro, chicos.

Y finalmente toca agradecer a todo el mundo por haber hecho el día de ayer, 22 de febrero de 2025, uno de los mejores de mi vida. Como ya dije en la presentación, llevo años batallando con mi propia mente y mis fantasmas, y me cuesta encontrar momentos en los que me haya sentido verdaderamente feliz. Vosotros me habéis ayudado a dar otro paso más hacia la sanación. El camino es arduo y agonizante, pero, poco a poco, conseguiré llegar al destino.

Gracias a todos: Elsa, Alex, Roser, mamá, papá, Gerard, Mia, avi, Berta, Joan, Efren, Pili, Joan G., Max, Hugo, Aran, Edgar C., Xavi, Quinti, Edgar M., Laura, Ariadna, Paula, Camille, Ari, Daniela, Giuliana, y a todas las otras personas que estuvieron con nosotros y que por desgracia no recuerdo sus nombres.; pero sabed que a vosotros sí que os recuerdo. Y a los que no pudisteis asistir, ¡os espero en la próxima!

Gracias, de verdad.

Marc.